El acoso escolar o bullying es un hecho cada vez más frecuente en los centros de enseñanza y se produce cuando un niño o adolescente es agredido física y psíquicamente de manera reiterada y continuada por un alumno o un grupo de alumnos. Agresión, intimidación, aislamiento, amenazas, insultos, burlas y otras actitudes similares son diferentes expresiones del acoso escolar que sufren fundamentalmente niños de entre 6 y 17 años, pero que tiene un componente de violencia significativo entre los 11 y los 15 años.
Hay 4 tipos distintos de acoso escolar:
Físico: se centra en agresiones físicas a la víctima (empujones, patadas, agresiones con objetos, etc.), y es más frecuente en la enseñanza primaria.
Verbal: es el tipo de acoso más habitual y se basa en los insultos y el menosprecio de la víctima en público.
Psicológico: trata de generar el miedo en la víctima, en la que causa una pérdida muy significativa de la autoestima.
Social: el objetivo final es aislar completamente a la víctima del resto de sus compañeros, logrando su exclusión total de las actividades.
El fenómeno de acoso escolar no sólo acarrea consecuencias para la víctima, sino también para el o los agresores e incluso para los que presencian el acoso:
Víctima:
Fobia escolar.
Déficit de autoestima.
Agresor:
Actitud violenta intolerante, irritable e impulsiva.
Pérdida de interés por los estudios y fracaso escolar.
Pero el acoso escolar puede tener también consecuencias negativas para aquellos compañeros que lo presencian sin hacer nada para evitarlo (espectadores pasivos), ya que desarrollan una falta de sensibilidad ante situaciones injustas y desarrollan una actitud de tolerancia e incapacidad de respuesta hacia la violencia.
El acoso escolar es la principal causa de suicidio entre la población infante juvenil, provoca alrededor de 200.000 suicidios al año entre jóvenes de entre 14 y 28 años, según un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud junto a Naciones Unidas.
En mi opinión el acoso escolar es algo que lleva existiendo toda la vida y lo seguirá haciendo por qué siempre va a haber niños buenos y niños malos y esto no cambiará ya que no depende de nadie que sean así.
Hay niños que son de una forma en su casa por la educación que reciben y de otra completamente en el colegio sin ser culpa de sus padres ni tener problemas. Todo depende de cómo el niño sea y todos podemos cambiar y madurar, todos tenemos derecho al perdón y a una segunda oportunidad para demostrar que todos somos capaces de madurar y aprender de nuestros errores.
En conclusión, está demostrado que más del 40% de la población de primaria y secundaria sufre de acoso escolar, esto no es nada nuevo solo que ahora es cuando se ha empezado a estudiar más debido al gran aumento de casos de niños que sufren acoso escolar y también debido a los suicidios
por culpa de esto.
Son nuestras palabras y nuestros actos los que pueden provocar que un juego o una charla se convierte en acoso escolar, debemos estar dispuestos a cambiar esta forma de relacionarnos y a demostrar que somos seres humanos capaces de convivir y aceptar a los demás tal y como son y cuando esto ocurra se acabará con el acoso escolar.
Este artículo trata sobre los problemas que se llegan
a cometer en el hogar los cuales afectan directamente al nivel académico del
niño/a y algunos aspectos que debemos tener en cuenta para que tengan un mejor
desarrollo.
“Un niño con falta de educación es un niño
perdido'' (John F. Kennedy).
Los problemas familiares, como la violencia conyugal o de padres a hijos y
la falta de comunicación, entre otros, afectan directamente a la concentración
en el estudio y el rendimiento escolar. Suele suceder que
cuando los niños no prestan atención en clase o tienen dificultades para
concentrarse al momento de estudiar, están pensando en la discusión o pelea que
tuvieron sus padres y esa desagradable experiencia les provoca estrés y temor.
El
desarrollo intelectual y emocional de los hijos requiere de una estabilidad
familiar, la cual contribuye a lograr el equilibrio mental. De los padres
depende crear un clima apropiado para el correcto crecimiento físico,
psicológico e intelectual de sus hijos.
Además, es bueno que
cuando ocurra una discusión en el hogar, los padres eviten pegarse voces o
insultos graves, porque esas palabras quedan grabadas en la mente de los hijos,
sobre todo si son pequeños.
Otro aspecto fundamental es la
comunicación entre padres e hijos, en la que los padres deben saber escuchar y
mostrar interés en el desempeño de estos. Muchos padres/madres justifican la
falta de atención a sus hijos con el cansancio que les produce su trabajo, pero
olvidan que su primera obligación como padres es, precisamente, estar junto a
sus hijos, acompañarlos en su desarrollo y velar por su seguridad. Cuando los
hijos sienten que sus padres no les prestan atención ni les dedican tiempo a
escucharlos, buscan otras formas para compensar su soledad como los videojuegos
o Internet.
En ese sentido, los
padres deben enseñar a sus hijos desde los primeros años de la escuela buenos
hábitos de estudio, estableciendo horas apropiadas y pertinentes para realizar
las tareas escolares y el repaso de lo aprendido en el aula. Asimismo, deben
procurar un correcto descanso y administrar el tiempo de distracción, sobre
todo en actividades positivas como el deporte, el arte y la adquisición de
conocimientos de forma recreativa.
Por último, opino como Bandura en su teoría del
aprendizaje, los niños/as aprenden a través de la observación y la imitación,
por lo que debemos cuidar nuestros comportamientos y actitudes delante de ellos
ya que son espejos que reflejan los comportamientos que ven en el día a día.
La buena educación comienza en casa, con la familia.
Ahí es cuando adoptamos nuestros referentes morales. Así que acabo con una
frase que dijo Mahatma Gandhi:
“No hay escuela igual que un hogar decente y no hay
maestro igual a un padre virtuoso” (Mahatma Gandhi).
Dejo un corto en el que vemos perfectamente reflejado
todo lo escrito en este artículo. El sándwich de Marianatrata sobre la cadena que se llega a formar en una familia cuando hay
problemas y cómo se llegan a reflejar.
Carlos Caballero Pérez. Alumno de 2º Educación Infantil.
“Muchas
familias utilizan este tipo de excusas para justificar diversos problemas de conductas generados por sus hijos”
Según la RAE, los trastornos son alteraciones en la salud, pueden variar desde
graves hasta no tan graves, y estos suelen diagnosticarse a una temprana edad.
Según los datos recogidos en una guía infantil, 1 de cada 10 niños padecen de trastornos, entre los cuales hay 3
que son muy comunes en la niñez y en la adolescencia, los cuales son la falta
de atención, la ansiedad y la depresión.
Hoy me gustaría hablar concretamente en el TDAH, este trastorno es una condición
que afecta en la capacidad de enfocarse, dificultad para estarse quieto y de
pensar antes de actuar. Muchos niños actúan de forma impulsiva ante ciertos
estímulos que les sorprenden o ante algo que no les gusta, y esto provoca que
hagan acciones que puedan llegar a molestar a otros padres cercanos.
Últimamente veo a muchas familias por la calle
o en residencias que siempre que el niño hace algo que molesta a las demás
personas, se excusan con la misma frase,
“lo siento, es que el niño tiene TDAH y le cuesta quedarse quieto”. Pero, ¿es esto verdad?, ¿o simplemente no ha
recibido la educación adecuada en su casa?.
En muchas ocasiones, a los padres les cuesta creer o directamente no asimilan la situación
de que sus hijos tengan TDAH y se les hace difícil actuar ante esos hechos,
por lo que la mayoría prefieren dejar al niño haciendo cualquier cosa y luego
excusarse con el trastorno.
Este verano, estaba de vacaciones en Huelva
con mis primos, el más chico padece de TDAH y le cuesta mucho socializar, ya
que siempre está con el móvil, ya sea en casa o en la calle, y su madre es muy
permisiva con él, no regañándolo aunque haga las cosas mal. Un día, estaba
esperando para escalar en un rocódromo, y en un momento se peleó con un niño y
después, soltó varios comentarios ofensivos sobre el físico de una niña que
tenía su edad, y tras estos comentarios, la madre se disculpó ante los padres
de la niña diciéndoles que padecía de TDAH. Después de esa escena, mi padre y
yo estuvimos hablando si esto se debía de verdad a su trastorno, o a la mala
educación que recibe en casa.
Este tema me resulta interesante, ya que hay
familias que actúan igual y otras que aunque sus hijos padezcan de TDAH, estos
no actúan de forma impulsiva en algunos casos, por lo tanto los padres no
tienen que disculparse ante nadie por el comportamiento de sus hijos.
Después de hablar sobre este tema, lancé unas
preguntas a la clase las cuales generaron un debate para establecer una opinión
en común como futuros educadores
infantiles : Si la causa se debía al trastorno o a una mala
educación en casa; cómo actuarían si su hijo o hija padeciera
de TDAH y cómo hubieran reaccionado
si fueran los padres de la niña a la que mi primo le dijo los comentarios.
Tras debatir con los compañeros este hecho,
hemos concluído que hay que tener en
cuenta la situación económica de los padres y de su situación social, e
intentar darle una educación lo mejor posible a su hijo, aunque se pague un
psicólogo, se tiene que acompañar
también en la casa para un mayor logro.
Cristian Samuel Sánchez Campos 2 CFGS Educación Infantil
La educación
moral es aquella basada en valores (respeto, amabilidad, cariño, cortesía,
alegría, amistad…), con una misión de integración y de mejora social, que debe
comenzar con el ejemplo de los-as educadores/-as, ya que nadie puede enseñar lo
que no posee. Pero, ¿Debe recaer todo el peso solamente en los educadores?
Está claro que
los educadores/-as son los encargados de enseñar a los niños/-as, ya que el
mundo ha experimentado una devastación de los principios morales y humanísticos
del ser humano, donde prácticamente todo se centra en el egoísmo, la
discriminación, el odio y otros muchos valores negativos. Los educadores/-as
deben seguir dando lo mejor de sí, para sacar adelante una nueva generación con
más moral que nunca, consiguiendo que sean mejores personas en un futuro.
Pero de poco
sirve si al llegar a casa, todo aquello que se ha enseñado en la escuela no se
incrementa, no se aumenta. Al fin y al cabo, no se nos puede olvidar que es en
el hogar donde los niños/-as pasan más tiempo y su principal figura son sus
padres y madres. No podemos dejar que ellos/-as, al llegar a sus casas, vean
como todo aquello que han aprendido, no se cumple. “Y ahora… ¿cómo debo
actuar?”
Los-as niños-as
son esponjas, y contra más pequeños/-as, más aún. Así que, se debe de
aprovechar muchísimo estas edades para poder enseñarles todo lo posible y hacer
de tan solo unos pequeñines, unas grandes personas.
No olvidemos
que, al fin y al cabo, los niños/-as del hoy son los adultos/-as del mañana, y
que de su enseñanza del hogar y de la escuela van a depender sus hechos y
enseñanzas futuras.
Acompaño este
artículo con el siguiente corto que quiere mostrar de forma resumida cómo la
escuela y los padres y madres pueden ponerse de acuerdo con este tipo de
educación:
Para finalizar
este artículo, me gustaría realizar una conclusión. La educación moral debería
de darse tanto en la escuela cómo en el hogar simultáneamente y llegando entre
ellos/-as a un acuerdo, para que así los niños/-as lo tengan mucho más
inculcado, asumido, aprendido… Y sepan siempre por donde deben de ir. De esta
forma, ellos/-as serán capaces de asimilar mejor lo aprendido y poder llevarlo
a cabo el día de mañana.